domingo, 10 de enero de 2010

La virginidad masculina.





Introducción.
El concepto de virginidad, ha sido abordado desde tiempos inmemoriales. Aparece en la era de la creación, cuando Dios ha enviado a la Tierra la figura de Adán: primer hombre que la habita. Posteriormente la mentada misión de María al concebir un hijo sin llegar al acto sexual o coito mismo. Todas y estas situaciones, nos orientan a pensar que la virginidad es un elemento que ha estado desde siempre en la vida del ser humano, pero siempre suavizado, matizado y subjetivado.

Concepto de Virginidad.


Según la Real Academia de la Lengua Española (R.A.E), éste alude a varios significados: [Terreno] que no ha sido cultivado o está aún sin explorar: cada vez quedan menos territorios vírgenes / Que está en su estado original, que no ha recibido ningún tratamiento artificial o que todavía no ha sido utilizado: cinta, pura lana virgen / adj. [Persona] que no ha mantenido relaciones sexuales: fue virgen hasta los veinte años. Para los efectos de este unidad y, para no complicarnos con definiciones tan teóricas para los efectos de este comentario, nos quedaremos con la última de las concepciones; la que alude a la persona, ya que ella es nuestro foco y principal elemento de análisis.

La virginidad masculina.

“La virginidad tardía de los varones es una cuestión de la que poco se habla, pero existe.
¿Cuándo se considera que la iniciación sexual es tardía?
Según varios especialistas, se coincide en que a los 25 años el varón que quiere y no puede tener relaciones sexuales con penetración es un varón en el cual la virginidad se transforma en un conflicto sexológico”.

Existen algunos componentes relativos al contexto en donde se desenvuelve el ser humano, donde se va configurando su personalidad. Los medios, la información, las cuestiones valóricas y las relaciones interpersonales inciden en la conducta del ser humano. Desde este punto, una temática importante es establecer cómo el varón experimenta su sexualidad.

Cuando se es joven, 13 o 14 años, el ser humano experimenta cambios en torno a su cuerpo y mente. El deseo sexual se centra en el otro, en alguien externo, en las relaciones interpersonales entre individuos del mismo o distinto sexo. ¿Pero qué hay con lo que le pasa al joven en sí mismo? Pues bien, cuando somos jóvenes queremos impresionar a las chicas, ser seductores y mientras más novias, dirá un Don Juan del siglo XXI, mucho mejor. Sin embargo, desde la instancia del besar y el acariciar-consideradas como las primeras conductas de la iniciación sexual-, al acto sexual mismo, hay una distancia que no sólo apela a lo físico, sino que a la valoración que cada ser humano tiene de su persona.


Muchos de los jóvenes varones, quieren perder su virginidad prematuramente, apelando al razonamiento de que “los hombres somos más carnales, mientras que las mujeres sentimentales”. Lo real es que cuando el varón adolescente se enfrenta a su primera vez, es tan o más conflictivo que en las niñitas. Aparecen los temores de siempre: De no saber hacerlo, de que la muchacha se dé cuenta que soy virgen, de si el contexto es el adecuado, etc. Todos estos temores, en gran parte se hacen realidad y se concretizan en la opción, un poco forzada, de abstenerse.
“La abstinencia sexual es no tener relaciones sexuales penetrativas, es decir, no llegar a la penetración ni por vía vaginal ni anal” . Muchas veces, la abstinencia también provoca otro conflicto: el de si cruzar el río o el no aventurarme por temor a equivocarme. Ello finalmente radica en una especie de trauma, lo que se ha visto como un valor frente al cuidado que tengo con mi sexualidad, mi cuerpo y mi alma, se transforma en un anti-valor, de profunda intranquilidad personal y desvaloración por sí mismo.
Finalmente, si bien la virginidad reviste un trasfondo valórico e incluso para algunas personas religioso -de dogmas, mandamientos y castidad-, es importante considerar que la opción de iniciar la vida sexual activa depende de cada uno- de hombres y mujeres-, sobre la base de la no-presión, del goce y el placer y, finalmente, del cuidado de nuestro cuerpo y alma.

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