Si de algo estamos seguros, es que en nuestras aulas no tenemos a los mejores, sino que a todos. Que debemos ser cautos, porque todo cambia, incluso nosotros, como educadores. Ello plantea la necesidad de abrir espacios hacia la reflexión de nuestras acciones pedagógicas. Muchos dirán –sin ánimos de exagerar-, que no basta con conversar del asunto para solucionar nuestras prácticas educativas. Que las palabras son una muestra más del papeleo existente por volúmenes en lo que respecta a la educación. Dada la siguiente idea, como futuros docentes de la Lengua Castellana y Comunicación, debemos refutarla: ¿Acaso las palabras no inducen a las acciones?, ¿Acaso la Lengua es muerta y nuestras palabras descansan junto con ella en un mismo sepulcro? Errado está aquél que crea que la reflexión en educación no da luces de potenciales soluciones de aplicar en nuestras aulas, ya que sin querer está tapando sus oídos con ambas manos.
Al momento mismo de realizar nuestra investigación, “in situ” pudimos constatar lo que decimos. Escuchamos atentamente a un profesor decirnos: “Yo no les responderé su encuesta…ustedes son muy preguntones”. Como si preguntar en educación fuera un pecado, como si poder descubrir lo que entraña una problemática educativa es sólo derecho de quienes se dan el orgullo de ser “profesores titulados” y no de nosotros que, todavía “no saben nada” de pedagogía (pensarán ellos). Y es que en nuestro estudio, nuestra intención no era enjuiciar la labor del docente, sino que descubrir objetivamente sus estrategias, sus metodologías y, en definitiva, la didáctica en general de los profesores que de alguna u otra manera participaron de nuestra investigación. Esperamos haber debilitado éstas y otras elucubraciones que escuchamos entre pasillo y pasillo con la construcción fundamentada de nuestra tesis. Con la cuota de experiencia que cada uno de nosotros –los que conformamos el grupo-, ha añadido a la misma, que si bien no es mucha, valorable desde todo punto de vista. Por último, no es posible terminar esta investigación, sin antes reconocer en nuestras palabras, en todas estas hojas teñidas de pedagogía, una visión personal de un grupo de alumnos acerca de una temática educativa planteada desde las primeras líneas de esta tesis, cuya constante evolución ha dado como resultado esta investigación. Nos quedamos con el sabor dulce de haber realizado un trabajo lo más preciso y profesional posibles (sin todavía serlo). Esperamos que de alguna u otra manera hayamos contribuido al marco de la reflexión educativa ampliamente abordada por muchos autores. (Y)Si esta investigación en algo sumó, aunque sea con un pequeño grano de arena, para que se cumpliera tan difícil tarea, nuestro objetivo estará cumplido… Los tesistas.